EDITORIAL, MARCELO SOSA
Es cierto, los jubilados nunca estuvieron bien. Al menos no del todo bien como se merecen tras toda una vida de laburo.
Si una jubilación representa un porcentaje de lo que gana un trabajador activo, y si los trabajadores siempre tuvieron que hacer un esfuerzo para llegar a fin de mes, es obvio que al jubilado o pensionado le cuesta más aún.
Sin embargo, además de lo complejo y angustiante en lo económico, la situación que hoy atraviesan los jubilados es de un destrato, denigración y bastardeo permanente como muy pocas veces antes ocurrió.
Reprimidos por las fuerzas estatales que deberían brindarles seguridad, acusados por el presidente Javier Milei de ser culpables del desequilibrio fiscal, afrontan casi en soledad, cada miércoles las huestes libertarias en las calles y cada día en las redes sociales.
El discurso de la prensa hegemónica ha logrado generar que los jubilados creen que otros jubilados son culpables de que ellos cobren poco.
La misma prensa que maquilla con títulos como “forcejeos entre fuerzas de seguridad y jubilados” o “hubo hechos de represión en la marcha de jubilados”, para no decir lo que realmente está pasando, que no es otra cosa que la aplicación de una política dictada por el Presidente de la Nación e implementada de forma eficiente por su «Ministra de Represión», Patricia Bullrich, política que tiene por regla pegar para generar miedo.
Ya ni siquiera se trata de que no corten una calle. La cosa es pegar, reprimir. Que le duela al viejo, a la vieja, a ese «mandril kircho zurdo de mierda», según el lenguaje de Milei y sus secuaces.
Y si creen que exagero, miren las redes sociales tanto de los funcionarios, partiendo por el propio presidente, como de los militantes con pretensiones de dirigentes que tiene el libertario, incluso acá en Trevelin, en Esquel y en cada ciudad.
Podrán ver como justifican y avalan tanto la represión como las políticas mileistas y salen a gritar, como mono que se ha apretado un dedo con la puerta, que darle un aumento del 7% a los jubilados “es un golpe de estado” y “pone a la nación toda en peligro económico, incrementando la fuga de dólares, poniendo a dudar a quienes quieren invertir en la Argentina y toda una serie de males inimaginables.
Y que todo eso hace que no baje el riesgo país. No lo pone en riesgo el perdonarle a Galperín miles de millones de pesos para que siga enriqueciéndose. No lo hace el entregarle los recursos minerales y energéticos a los grupos concentrados de poder económico a cambio de una foto del fascistoide que nos gobierna con el ceo de ocasión. No, el riesgo país son, para el gobierno libertario, toda culpa de los jubilados y de las políticas de los gobiernos peronistas que decidieron que aquellos viejos que habían sido negreados toda su vida también pudieran jubilarse.
Resulta que lo importante es el riesgo país, ese que no mide otra cosa que como nos mira el mercado financiero mundial a la hora de analizar si hace negocios o no con nuestros recursos, y no el riesgo que está afrontando la Argentina con un gobierno que nos lleva directamente al abismo social, económico, laboral… humano
El riesgo en este país, es el del pibe que no come, el del jubilado que no puede siquiera acceder a sus medicamentos, el del discapacitado que ya no tiene la cobertura que por ley le corresponde, el del laburante que cada día llega a su casa sin saber si ese no fue el último día con su trabajo, el del comerciante que está rematando su stock porque el nivel de consumo cae en picada, el de las rutas que matan porque el Estado decidió que las obras las hagan los privados si a ellos les interesa, el de los papás que no saben si su hijo vuelve a la casa luego de clases o si lo tiene que ir a buscar al hospital porque se intoxicó con gas por falta de mantenimiento en el edificio escolar, el de la mujer que no tiene ante quien acudir cuando su pareja la caga a palos hasta matarla, el del descendiente de mapuche, toba, coya, tehuelche, y todo otro pueblo originario que ven como los tratados internacionales y las leyes nacionales que les otorgan derechos son diariamente ignorados, poniéndolos ante la mira del opresor como cuando el asesino Roca los pasaba a degüello.
El verdadero riesgo, país, es no ponerle un freno a un gobierno demencial, fascista, racista, inhumano y entreguista de nuestros recursos, que ya dejó claro que no sólo odia al Estado (Estado del que se sirve cada día), sino que odia al país en si mismo, su cultura, su identidad, sus luchas, sus logros.
El verdadero riesgo para nuestro país, es Javier Milei.
Foto: lavaca.org – Juan Valeiro