Sergio Ongarato, el intendente de Esquel que llegó a su primera intendencia con un fuerte respaldo de las barriadas, poco a poco se fue enfrentando a ese nicho de electores. Ese enfrentamiento se fue haciendo palpable en las políticas implementadas por la gestión de la alianza macrista que gobierna Esquel, pero también en las declaraciones. Sergio se fue convirtiendo cada día más en Ongarato. Aquel funcionario que se mostraba preocupado y empático con la realidad de la gente, en especial a partir de la segunda mitad de su primer gobierno, cuando los efectos de las políticas neoliberales, poco a poco fue mutando, dando paso a otro dirigente, a otro funcionario.
Alguna vez, cuando todavía era Sergio, el Intendente se enojó porque vecinos les reclamaban por la forma en que se implementaba el programa de microcréditos. Y ante el llano de una mujer que le enrostraba su pobreza no tuvo mejor idea que decirle que, “si yo vuelvo a pasar por esto señora, no traigo más un peso para Esquel”. Algunos detractores del Jefe Comunal aseveran, con cierta malicia, que cumplió.
Más tarde, Sergio Ongarato vinculó a la pobreza con la falta de amor.
Esta semana, y en una clara y evidente competencia con Federico Massoni por tener el discurso más dulce para el electorado de derecha, Ongarato le apuntó al corazón de gran parte de su electorado. En una entrevista a lu20 el candidato del radicalismo macrista disparó: “la gente de los campos viene a la periferia de la ciudad, busca un mejor vivir y encuentran problemas como el rechazo de la cultura urbana y además se acercan al delito organizado o deben caer en el delito p/ sobrevivir».
No hay estudio o dato estadístico alguno que avale en nada lo que expresa.
El xenófobo mensaje de Ongarato, demuestra además un desconocimiento brutal de la realidad. Vincular esa migración interna y la pobreza a la delincuencia es grave. E injusto.
Toda persona que conozca los barrios periféricos de Esquel, o de otra localidad de la región, sabe que allí, mayoritariamente encuentra gente de trabajo, solidaria y de un profundo amor a los suyos y a su lugar de origen, y de agradecimiento hacia el lugar que lo recibe.
Ignora, quizás a propósito, el dolor que enfrentan esas familias obligadas al destierro, destierro agravado por los efectos que generaron las políticas del macrismo, que desarmó aquellas estructuras gubernamentales que le daban respuestas al sector más vulnerable del campo, como por ejemplo la Secretaría de Agricultura Familiar. Lo paradójico del asunto es que el propio Ongarato, más de una vez, sostuvo que el gobierno de Macri tendría que haber tenido un segundo mandato para profundizar sus políticas.